miércoles, 18 de mayo de 2011

UNA TORRE DE BABEL SIN NIÑOS



Buenos Aires 2011 es la Capital Mundial del Libro, aunque convendría matizar que lo es desde el 23 de abril de 2011 hasta el 22 de abril de 2012, lo cual puede incidir en que las mismas camisetas o remeras que se luzcan este año 2011 con este guarismo estén desfasadas los 112 días del año próximo. Y como clemente ciudad borgiana que Buenos Aires es, un grupo de artistas dirigidos por Marta Minujin han resucitado La Biblioteca de Babel del único Jorge Francisco Isidoro Luis que ha existido, más conocido por su apellido: Borges. Una biblioteca convertida en Torre: la Torre de Babel 2011.

La idea es linda y atrayente: construir con libros de todos los idiomas posibles una atalaya cultural con forma de zigurat y 25 metros de altura. El sitio elegido soberbio: la céntrica Plaza de San Martín de Buenos Aires, una plaza con árboles centenarios e historias de venganzas personales. En ella, y hasta el próximo día 28, está instalado un andamio con libros a su alrededor. Simple pero impactante.

Su visita requiere conocimientos informáticos –hay que rellenar todo un formulario por internet- y una mayoría de edad un tanto absurda: los 14 años. Los niños y adolescentes menores de esta edad tienen que quedarse en su casa o asistir desde la base a la ascensión de sus amigos de 15 años y vecinos varios. Parece contradictorio que los lectores del futuro –los niños- no puedan acceder a una torre con miles de libros infantiles por “seguridad”, que vean cómo se les margina desde muy jóvenes en nombre de unos peligros que sí existen en la subida de sus abuelas y otras señoras de tacón o señores con zapatos de suela lisa. Así que prohibido niños en el símbolo del libro.

Yo no me lo creía hasta que intenté ir con mis dos hijas, que tuvieron que quedarse en la base. Ya podía haber en la torre todas las Alicias del mundo, los Pequeños Príncipes en 43 idiomas y el osito Winnie Pooh hablando en kazajo, esa lengua túrquica de la familia altaica, que no hay forma de enseñárselos de cerca. Una torre con miles de libros intocables para niños. Un absurdo.
Una vez más los políticos y los artistas viven en un mundo donde los niños molestan.
El consuelo es enseñarles a tus hijos después las fotos de un padre sobrevolando la estatua del General San Martín, señalando la edición galesa de Peter Pan a veinte metros de altura o el facsímil italiano de un Pinocho que mi hija reconoce por jugar con él todos los días. Una lástima. Y para más inri, el biberón y la línea de productos infantiles de moda en Argentina se llama Babelito. Al modo de las Fallas valencianas, donde junto a la falla adulta hay una falla infantil, la Torre de Babel 2011 debería tener una Torre de Babelitos cerca.

Por cierto, Borges tampoco podría haber subido a esta Torre inspirada en su cuento de La Biblioteca de Babel, cuento que te regalan con la visita en una edición con errores.

domingo, 8 de mayo de 2011

LIBROS DEL BICENTENARIO + 1 (O CÓMO DESCUBRIR REFERENTES DE LECTURA)




Para empezar a escribir sobre historias y lecturas para niños del Bicentenario de la Revolución de Mayo argentina les propongo una adivinanza: ¿De qué habla una persona pública que cree y escribe que hubo una generación de argentinos y argentinas que durante su adolescencia tuvo como compañía algo o alguien muy apreciado al que “atesorábamos y llevábamos a la cama”? No es fácil, pero la solución a este enigma inicial es sencilla si en vez de alguien pensamos en algo. Este algo es el libro.

Estas palabras que hablan del libro compañero de catres fueron escritas recientemente por la presidenta de un gobierno de un país cuya ciudad autónoma es la capital mundial del libro: Buenos Aires. Cristina Fernández es la prologuista de una antología de textos para niños donde cada uno de ellos es “El libro de lectura del bicentenario”. Como hay cinco libros con el mismo título no parece muy adecuada la elección de nombre tan repetitivo, pero debe ser por eso de los derechos de autor de títulos (en este caso de no autor de cuatro de ellos). Libros que se proclaman de un bicentenario de la revolución de mayo de 1810 que ya pasó; son los libros del bicentenario más uno.

Cristina Fernández no es la primera vez que escribe sus ideas sobre el entorno del libro, unas veces hablando sobre sus lecturas infantiles –los cuentos y versiones de Monteiro Lobato- y otras sobre sus autores preferidos, que mira por dónde son Borges y Cortázar. Una presidenta que cree que “la buena literatura es la que nos abre interrogantes” se merece todos los elogios… si es verdad que sigue leyendo y teniendo interrogantes.

La antología “El libro de lectura del bicentenario” fue presentada por el Ministerio de Educación de la Nación y su Plan Nacional de Lectura en la Feria del Libro, en un acto cuya pequeña sala pronto se llenó. Allí se pudieron oír pensamientos menos profundos que los de la presidenta argentina y observar muchas curiosidades en un evento que parecía preparado el día anterior, con retrasos de ministros y oradores ausentes. “Agradecemos mucho a la gente de las cámaras…” fueron casi las primeras palabras dedicadas a… ¿la gente que estaba haciendo fotos? No, a la gente de las cámaras del libro. Después llegó la frase del día: “Nos acompañan los referentes de lectura de todas las provincias del país”. Yo miraba a uno y otro lado, preguntaba a los allegados, intentaba ver un cartel, camiseta o remera con la frase “Soy un referente”, pero nada. No se veían signos de tanta referencia. Pero yo insistía en investigar indicios, buscando primero con la mirada un gesto aquiescente y luego intentando diseñar un cuestionario que descubriera a estos eximios referentes. Me inquietaba la posibilidad de tener un referente cerca, lo cual era muy factible habiendo al menos 23 de ellos en la minúscula sala. ¿Será esa señora con el pelo tan enrulado y aires de correntina uno de ellos? ¿O quizás ese bohemio y desabrigado personaje de la primera fila sea el furtivo referente fueguino? Y las preguntas llenaban mi cabeza: “Señor 'x', ¿cómo se llega a ser referente chaqueño?” “Señor Ministro de Educación presente, ¿dónde se estudia para referente?" “Señora 'y', ¿ser referente ha cambiado su vida?”. Pero no había nadie que dijera de sí mismo tener ese título tan referenciado. Más, como las brujas gallegas o meigas, haberlos haylos.

Mientras tanto, videos cortos proclamaban las bondades de la lectura y del plan nacional argentino, que ha logrado llevar libros a todos los rincones del país con temas “argentinos” que hablan de leones, de peruanos o del hotel donde residió de joven Ricardo Piglia, tema interesante para discutir en las aulas. De la antología con el quíntuple título de “El libro de lectura del bicentenario” se han hecho más de 4 millones de ejemplares y algunos fueron entregados allí mismo. La mejor parte se la llevaron los que seguro eran referentes de lectura de Berisso, pues de los cuatro colegios que pudieron llevarse los libros a sus casas tres eran de Berisso (provincia de Buenos Aires); el cuarto era de capital.

Se agradeció que Alberto Sileoni, ministro de educación presididor y orador, hablara de libros y que recordara esa frase tan sugerente que dice que el verbo leer y el verbo amar no resisten el imperativo. Antes el coordinador de la antología, Mempo Giardinelli, imbuido del espíritu de la presidenta, habló de la horizontalidad de la literatura no para referirse a la cama sino a que ningún autor incluido en los libros tenga más preeminencia que otros, siempre buscando un canon literario federal. Un canon que quiere llevar la argentinidad a las lecturas de los niños y niñas del país que van a recibir cada uno su ejemplar donde van a encontrar textos de una docena de autores elegidos con criterios igualitarios. Si igualar es poner juntos relatos de muy dispar calidad literaria, adelante; pero uno siente que desde pequeños hay que leer las mejores historias posibles y estas están en todas las partes del mundo. Por eso alguien pidió una antología de clásicos para todos los niños argentinos. No es mala idea; desde Buenos Aires para todo el planeta: ¡El canon mundial!

jueves, 5 de mayo de 2011

LANOCHE DE LAS LAURAS (IX PREMIO BARCO DE VAPOR EN VIVO Y DIRECTO)






Comenzar una crónica con el chiste fácil de qué cómodo es laurear a una Laura es algo que no se debe hacer. Es un recurso de malos enviados especiales, pero quizás exprese el ambiente habido en la entrega del IX Premio Barco de Vapor argentino ocurrida esta tarde-noche en la sala Julio Cortázar de la Feria del Libro porteña. Fue la noche de las Lauras, desde la presentadora del acto a las dos homenajeadas: Laura Devetach y Laura Escudero. Pero vayamos por partes, frase predilecta de Jack “the ripper”, un descuartizador que se hubiera sentido a sus anchas en la sala Cortázar (otro chiste fácil, perdonen) llena de literatura infantil.

Mi ayudante y yo nos sentamos en una esquinita de la sala junto a una silla con el letrero “Laura Devetach”. Estábamos emocionados: íbamos a poder charlar y juguetear (mi ayudante e hija tiene diecisiete meses) con la reciente premio Iberoamericano de Literatura Infantil. Mi ayudante jugaba con el letrero mientras yo, su padre, preparaba mentalmente presentaciones y disculpas, estas por si manchaba de yogur con cereales algún vestido. Laura no llegaba y el acto no empezaba. Alguna inquietud había en el ambiente; la gente más trajeada se movía inquieta sin poder disfrutar del pequeño cuarteto de cámara que interpretaba con brío a Mozart y al que pocos hacíamos caso (al cuarteto no a Mozart). En estas estábamos cuando atacando el cuarteto el tema de La paloma de Iradier aparece leve y sonriente la señora Devetach acompañada de su marido Gustavo Roldán. Sonrisas y tranquilidades. “Podemos empezar. Ya estamos todas las Lauras” se oyó.

Antes mi ayudante y yo ya habíamos podido hablar con Laura Escudero, exultante y con ganas de sacarse algún nervio de encima. Cualquier día de estos les ofrecemos una entrevista con tan prometedora escritora, una delicia de persona con muchas historias que contar, algo que hace maravillosamente en sus libros en especial en el premiado del día: El rastro de la serpiente.

La editorial SM, organizadora del acto cumplía diez años en la Argentina, y estaba orgullosa de sus laureadas. La primera de ellas, Devetach, fue invitada a decir unas palabras que fueron breves y enjundiosas; “Yo tengo muchos amigos al otro lado del libro” fue su comienzo para después confesar que “En la vida somos lo que recibimos y yo he recibido mucho”. Y dejó un conjuro final para sus amigos de vida, supongo que entre ellos estaríamos los allí presentes : “Cuando rompas una nuez, ojalá puedas leer el misterio de sus laberintos”. Linda Laura a sus 74 años de libros y vidas. Lástima que acabara sentándose lejos de su cartel y no pudiéramos felicitarla mi ayudante y yo, yo con alguna frase ocurrente -“Me ha puesto en un compromiso señora Devetach, me encantan las nueces y no sé que voy a hacer con ellas en el futuro, si comerlas o estudiarlas”-, mi hija con la palabra más bonita que conoce para expresar admiración: “Abu”.

Y tras recibir muchas flores, que acabaron a nuestra vera, llegó el motivo principal del acto. La presentadora del acto, Laura Leibiker, leyó el acta del jurado que tras hablar de justificaciones y finalistas se decantaba por la novela El rastro de la serpiente como Premio Barco de Vapor 2010 por ser “una historia que atrapa por el estilo narrativo y la temática”. Su autora, Alfonsina Stornik, presente en la sala con su nombre real de Laura Escudero, dijo unas sentidas palabras: “¡Cuánta gente!”. Tras ello continuó: “Lo primero (lo segundo) que quiero decir es mi orgullo y emoción por compartir escenarios y sala con Laura Devetach y Gustavo Roldán. Comparto con ellos tiempos e historias. Les admiro y son mis padrinos (literarios)”. Su galardonada novela “tiene que ver con la esclavitud y la lucha contra ella”. “Atender y captar la palabra de los otros es una forma de liberarse y, no es frase mía, la Literatura es la mejor forma de ser libres”. Linda Laura. Bello libro lleno de resonancias quechuas e historias que pudiendo ser reales parecen mágicas. Más flores.

Y se terminó el acto. Continuó el cuarteto tocando música de Mozart para acompañar rítmicamente la degustación de sabrosos canapés acompañados de jugos y vinos diversos en un cóctel que mi ayudante miraba con asombro: “No hay leche, papá”. “Hija, eso mañana en la entrega del Premio Mi lactante preferido de la editorial Sacaleches en el pabellón Blanco o Lácteo”. Lo que cunde una Feria del Libro.

miércoles, 4 de mayo de 2011

EL RASTRO DE UN PREMIO (O CÓMO CONOCER A LAURA ESCUDERO CON ANTELACIÓN)

Seguir el rastro de una noticia, de un libro, de un premiado o de cualquier bicho que se mueva en el mundillo literario infantil muchas veces no resulta tan sencillo. Hay que tener paciencia, saber pelar cebollas para conocer el misterio de sus capas y tener suerte.

Algo de eso ha ocurrido buscando el libro que el pasado mes de noviembre fue premiado con el 9º Premio Barco de Vapor argentino: El rastro de la serpiente de Laura Escudero. El jurado, presidido por la señora que quiere más premios de la entrada anterior (solución: N. Huidobro), lo otorgó a “una historia que atrapa por el estilo narrativo y la temática, con una muy acertada descripción de personajes y un destacado uso metafórico del lenguaje”. Un añadido: “las dos historias centrales, que transcurren en paralelo, generan suspenso e interés: la acción avanza sin pausa”. Esto de que una acción avance parece lo lógico, aunque si se hace de forma paralela se corre el riesgo de no coincidir, por eso de que dos paralelas solo se unen en el infinito. Pero esto debe ser el uso metafórico del lenguaje de los jurados y aplicar las máximas del manual de cabecera Cómo acertar con los personajes y sus descripciones, que recomienda que todo personaje tenga un nombre y un rasgo reconocible que le diferencie de otros, algo que muchas novelas consiguen, incluso sin estar premiadas.

Zumbas aparte, la premiada de este Noveno certamen de LIJ –Laura Escudero- era conocida por este escribiente que había disfrutado con varios libros suyos. Laura es cordobesa, de la Córdoba argentina, con una carrera de docente y psicóloga detrás, un gran gusto por rodearse de naturaleza y promocionar la lectura desde su CEDILIJ. Curioso su seudónimo -Alfonsina Stornik-, que según el Manual del pseudónimo revela un gusto por la poesía y los idiomas eslavos.

El rastro de la serpiente era el título premiado de alguien que ya en el año 2005 conoció las mieles del mismo galardón con Encuentro con Flo, un tierno relato sobre la relación entre una nieta y su abuela aquejada de un mal que afecta a la memoria. Una presentación del libro al público con una fecha, hora y lugar determinados: 4 de mayo, 6 de la tarde, 37ª Feria del Libro de Buenos Aires. Promesa: Allí estaremos… con el libro leído.




Pero no es fácil leer un libro antes de ser presentado. Hay que persuadir a más de una persona para obtenerlo y disfrutar con el sabor de la primicia. Una vez logrado llega la lectura nocturna y a hurtadillas de sus nueve capítulos y 180 páginas. Y… chapeau Laura, has escrito una gran novela para esos lectores que ya no son infantiles. Una novela que más que paralelas ofrece dos historias que se entremezclan y en la que los sucesos siguen el ritmo de la naturaleza, a veces pausado, a veces salvaje.



Ubicado en un lugar indeterminado, pero lleno de cardones, cumbres con cóndores, lagos de sal y un ferrocarril avanzando por un valle, la historia puede ser el reflejo del avance del ferrocarril en las zonas preandinas argentinas. En una de estas zonas habita el pueblo de los cazadores de serpientes que ve caer una desgracia sobre él, solo resuelta con la valentía de sus jóvenes y la ayuda de un viejo poblador ahora ermitaño. La obra engancha desde el principio y ofrece al lector una literatura de calidad, recreando pasados cercanos poblados de palabras que saben expresar sentimientos y territorios. Los de la novela están descritos para ser imaginados y vividos con pasión, la misma con que la autora resuelve las historias. Lo escrito: apasionante.

Y solo cabe felicitar a Laura y a la editorial de un premio que estaba decayendo (esto lo argumento otro día, que llevan dos años muy mediocres y hay que explicarlo bien). El rastro de la serpiente es un acertado resurgimiento (sí, he leído el Manual para descubrir renacimientos).