Desde el año 2004 una fundación española unida a una
editorial con presencia y predominio en el mundo literario infantil y juvenil (Fundación
Santa María o en su anagrama: Fundación SM) se ocupa de publicar un anuario
para explicar cómo ha funcionado esto de la LIJ en España y parte de América en los últimos
doce meses. Hace poco tiempo ha sido publicada la última entrega: el Anuario Iberoamericano sobre el Libro Infantil
y Juvenil 2012, un libro de 228 páginas que no habla del 2012, sino del
2011 (con artículos que llevan a recorridos literarios por siglos anteriores al
XXI).
Una formula esta del anuario (véase en tres partes en http://www.fundacion-sm.com/ver_noticia.aspx?&id=30439
o en una sola en: http://www.literaturasm.com/archivosCMS/3/3/47/usuarios/234803/13/20120309122337N_d6fb69bf-85a0-4158-8771-69564411d1d6.pdf
) que la editorial marianista repite
una y otra vez en un intento de “reunir en un volumen anual toda la información
disponible sobre la LIJ”,
“desde el compromiso y la generosidad”. Pero… no todo el monte es orégano, sino
que el orégano solo está “en los países en los que la Fundación y el Grupo SM
están presentes”. Así, un anuario Iberoamericano se convierte en menos de medio
Iberoamericano al analizar solo 9 de los 22 países con idioma oficial portugués
o español. Es decir: IBEROAMÉRICA A TROZOS.
Literaturas de gran tradición y múltiples obras infantiles
de calidad como la cubana o la uruguaya brillan por su ausencia, lo mismo que
la de países como Ecuador, Portugal, Venezuela o Paraguay, país este con un
despegue de calidad y publicaciones en el año 2011 grande. Y, ya que es una
editorial religiosa, en el limbo quedan los libros para niños bolivianos,
nicaragüenses, panameños o costarricenses. La generosidad parece que tiene más
que ver con lo oneroso que con lo generoso (sin meternos en otras Honduras,
país que tampoco aparece).
El libro, tras las palabras introductorias de la gente de
SM, comienza con una visión general de la LIJ en Iberoamérica del especialista cubano,
residente en Estados Unidos, Antonio Orlando Rodríguez. Difícil su tarea y
parcial su visión “a vuelo de pájaro”, donde con una mirada optimista de la LIJ repasa géneros y temas por
países. Un largo artículo que es lo mejor del anuario, donde se nota un gran
esfuerzo de documentación que por lo inabarcable de la tarea tiene sus lagunas
(lagos en el caso de su visión de la producción española y argentina).
Del resto de las parcelas, destacar las dedicadas a España y
Colombia, que por su brevedad se hacen más dinámicas de leer y sus autoras
(Victoria Fernández y Beatriz Helena Robledo) logran dar realmente una visión
general sin caer en la acumulación de autores y libros. Acumulación de nombres
(decenas y decenas en algunas páginas) en el trozo argentino y de números en el
brasileño, artículo este que contiene algunos de los mejores libros que se han
editado en el 2011.
Cabría hacer un listado país por país por tamaño de su trozo
nacional en el libro medido en páginas. El “medallero” quedaría así:
Argentina 26
Chile 24
España 12
(más 12 de Cataluña, 10 de Galicia y 12 del País Vasco)
Colombia 12
Puerto Rico 12
Perú 12
Brasil 8
Republica Dominicana
4
A uno le duelen las ausencias, pero le molestan más las
muchas presencias. Este es el caso del artículo argentino que parece un catálogo
exhaustivo y sin ningún análisis de autores, editores, especialistas,
conferenciantes, profesores universitarios y experiencias varias. Nombres y más
nombres llenan páginas (listado, por ejemplo, de ¡44! editores con nombres y
apellido) y exhaustividades como las cuatro páginas dedicadas a un canal
televisivo educativo (del mismo tamaño que todo el artículo de la República Dominicana)
o el largo y muy parcial apartado de “un poco de historia”. Parece que la
articulista –Nora Lia Sormani- tenga que hacer patria y no pueda dejar a nadie
en el tintero (que lo deja), teniendo que reflejar largamente todo lo oficial (tres
páginas para una asociación, por ejemplo) en una época y un país en que
discrepar empieza a ser arriesgado. Como arriesgado es decir, contrariando lo
que se lee en el anuario, que 2011 fue el año del gran homenaje del pueblo
argentino a María Elena Walsh, citada en muchos encuentros y ferias del libro,
con varios recitales especiales de sus canciones en escenarios diversos, pero
sin una sola exposición conmemorativa hecha con rigor (la de la Feria Infantil del Libro fue
vergonzosa), ni un estudio nuevo, ni una reedición critica o un documental trabajado.
Un Anuario Iberoamericano quizás debería ser otra cosa o
tener otras visiones. El de la Fundación SM
no parece que logre una visión ni anual ni Iberoamericana. Pero parece que se quiere
una LIJ a trozos y esto sí se logra. A los lectores nos toca esta labor; ya lo
decía el otro Marx: “Trocitos del mundo, uníos”.