La literatura infantil holandesa no anda sobrada de escritores conocidos en países no bajos, pero sí tiene una buena nómina de ilustradores a la sombra de Rien Poortvliet (el acuarelista de Los gnomos) o Max Velthuijs, ambos ya fallecidos pero con continuadores de su estilo y su dedicación al mundo de los niños.
La literatura infantil argentina sí anda sobrada de una nómina larga de escritores para niños. Un catálogo reciente descubre a un centenar de autores encabezados por María Elena Walsh, Graciela Montes, Ema Wolf, Liliana Bodoc o Graciela Cabal, un quinteto poderoso y con calidad que no siempre traspasa fronteras. La lista de ilustradores de este país austral también es numerosa, pero no es tan conocida ni en la capital mundial actual del libro, Buenos Aires.
Comparaciones argentino-holandesas que no son odiosas si hablamos de dos recientes trabajos de dos ilustradoras, una nacida en la provincia de Buenos Aires y otra en la fría Escandinavia, pero neerlandesa de escritura y adopción. Son dos álbumes con textos breves y un denominador común: formato infantil para lectores no infantiles o, en otras palabras, los textos y el mensaje final de ambos libros son para mentes casi adultas.
El primero de ellos está realizado por María Wernicke (Olivos, 1958), que no es alemana sino bonaerense. María empezó como ilustradora gráfica y se dedica actualmente en cuerpo y alma a la ilustración de libros de otros autores. Un señor en su lugar es su primera obra como autora de textos e imágenes en un libro que se fue fraguando en los semáforos porteños, semáforos que en horas pico (horas punta en otros lugares del mundo) dan mucho de sí. El texto habla de sueños, de un señor que se transporta por lugares hasta que llega a una doble página final donde afirma que “no todo está donde tiene que estar”. Las bellas imágenes, con una técnica que llena cada página de tonos marrones, se mezclan con textos deliberadamente desacompasados y un mensaje que ya la editorial avisa que es para mayores de diez años: cada uno tiene que buscar su lugar en el mundo.
El segundo de ellos está realizado por otra María: María Törnqvist (Upsala, 1964), que aunque parece sueca vive desde los cinco años en Holanda y se siente neerlandesa (candidata 2010 a los premios Andersen por este país). Acostumbrada a ilustrar historias de otros, algunas como las de Astrid Lindgren, alguien que conoció en persona de pequeña, su reciente libro Algo con lo que nadie había contado es una obra que se adentra en el tema de la incomunicación: una niña se cae en un pozo y acaba siendo casi olvidada por todos. Un niño la rescata con sus hilos de coser y ella vuelve al mundo de soledades cotidianas. El mensaje sobrecoge, no parece nada optimista y uno se pregunta por qué está en formato de álbum para niños.
El acompañamiento de esta triste historia son unas imágenes expresionistas, con manchas de color que impactan (el vestido siempre rojo de la niña) y un formato vertical que ahonda la idea de precipicio al que cae la protagonista. Todo es impersonal en el texto y se hace más impersonal en dobles páginas atiborradas de gente en movimiento. En resumen: unas excelentes ilustraciones para textos adultos.
Lo dicho: álbumes con formato infantil para lectores con cierta filosofía de vida.
(Un señor en su lugar está editado por Edelvives en Buenos Aires, 2010. Algo con lo que nadie había contado está editado por Los Cuatro Azules en Madrid, 2010).
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