miércoles, 4 de mayo de 2011

EL RASTRO DE UN PREMIO (O CÓMO CONOCER A LAURA ESCUDERO CON ANTELACIÓN)

Seguir el rastro de una noticia, de un libro, de un premiado o de cualquier bicho que se mueva en el mundillo literario infantil muchas veces no resulta tan sencillo. Hay que tener paciencia, saber pelar cebollas para conocer el misterio de sus capas y tener suerte.

Algo de eso ha ocurrido buscando el libro que el pasado mes de noviembre fue premiado con el 9º Premio Barco de Vapor argentino: El rastro de la serpiente de Laura Escudero. El jurado, presidido por la señora que quiere más premios de la entrada anterior (solución: N. Huidobro), lo otorgó a “una historia que atrapa por el estilo narrativo y la temática, con una muy acertada descripción de personajes y un destacado uso metafórico del lenguaje”. Un añadido: “las dos historias centrales, que transcurren en paralelo, generan suspenso e interés: la acción avanza sin pausa”. Esto de que una acción avance parece lo lógico, aunque si se hace de forma paralela se corre el riesgo de no coincidir, por eso de que dos paralelas solo se unen en el infinito. Pero esto debe ser el uso metafórico del lenguaje de los jurados y aplicar las máximas del manual de cabecera Cómo acertar con los personajes y sus descripciones, que recomienda que todo personaje tenga un nombre y un rasgo reconocible que le diferencie de otros, algo que muchas novelas consiguen, incluso sin estar premiadas.

Zumbas aparte, la premiada de este Noveno certamen de LIJ –Laura Escudero- era conocida por este escribiente que había disfrutado con varios libros suyos. Laura es cordobesa, de la Córdoba argentina, con una carrera de docente y psicóloga detrás, un gran gusto por rodearse de naturaleza y promocionar la lectura desde su CEDILIJ. Curioso su seudónimo -Alfonsina Stornik-, que según el Manual del pseudónimo revela un gusto por la poesía y los idiomas eslavos.

El rastro de la serpiente era el título premiado de alguien que ya en el año 2005 conoció las mieles del mismo galardón con Encuentro con Flo, un tierno relato sobre la relación entre una nieta y su abuela aquejada de un mal que afecta a la memoria. Una presentación del libro al público con una fecha, hora y lugar determinados: 4 de mayo, 6 de la tarde, 37ª Feria del Libro de Buenos Aires. Promesa: Allí estaremos… con el libro leído.




Pero no es fácil leer un libro antes de ser presentado. Hay que persuadir a más de una persona para obtenerlo y disfrutar con el sabor de la primicia. Una vez logrado llega la lectura nocturna y a hurtadillas de sus nueve capítulos y 180 páginas. Y… chapeau Laura, has escrito una gran novela para esos lectores que ya no son infantiles. Una novela que más que paralelas ofrece dos historias que se entremezclan y en la que los sucesos siguen el ritmo de la naturaleza, a veces pausado, a veces salvaje.



Ubicado en un lugar indeterminado, pero lleno de cardones, cumbres con cóndores, lagos de sal y un ferrocarril avanzando por un valle, la historia puede ser el reflejo del avance del ferrocarril en las zonas preandinas argentinas. En una de estas zonas habita el pueblo de los cazadores de serpientes que ve caer una desgracia sobre él, solo resuelta con la valentía de sus jóvenes y la ayuda de un viejo poblador ahora ermitaño. La obra engancha desde el principio y ofrece al lector una literatura de calidad, recreando pasados cercanos poblados de palabras que saben expresar sentimientos y territorios. Los de la novela están descritos para ser imaginados y vividos con pasión, la misma con que la autora resuelve las historias. Lo escrito: apasionante.

Y solo cabe felicitar a Laura y a la editorial de un premio que estaba decayendo (esto lo argumento otro día, que llevan dos años muy mediocres y hay que explicarlo bien). El rastro de la serpiente es un acertado resurgimiento (sí, he leído el Manual para descubrir renacimientos).

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